Esto se trata de una figura alegórica de profundo significado filosófico. Yo la llamo el sentido de la vida: El sentido vendrían siendo los luengos y gruesos cabellos (que no rastas), y la vida el resto de la figura.
Con esa postúra relajada denota la mesura con la que es preciso afrontar las vicisitudes con que los hados tienen a bien sazonar el plácido sendero que debería ser nuestro periplo vital.
De donde estaría la boca se yergue, enhiesto en una posición horizontal -un tanto descendente-, un totem de sabiduría. En su concepción y diseño quise condensar toda la carga física que tendría la materialización de este concepto.
Datos técnicos:
Madera de abeto tallada, teñida y encerada. El totem es de ameneiro
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